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Will no supo qué le había sorprendido más, si las grandes llamaradas de fuego azul que Magnus desprendió de sus brazos y su actitud amenazante (pese a que sabía que no era partidario de entrar en conflictos), o la rapidez con la que el demonio se había movido tirando al brujo al suelo, haciendo que las llamas desapareciesen e inmovilizándole con su aguijón apuntando al cuello. Fue consciente de que sólo tenía unos segundos para hacer algo antes de que el demonio atacase, y sintió como le invadió la adrenalina típica que sentía antes de cada combate. Con el corazón bombeándole deprisa contra el pecho, se despojó de su abrigo y sacó uno de sus cuchillos serafines mencionando el nombre del ángel Uriel, lo que hizo que la hoja brillara refulgente de poder. De un movimiento rápido se abalanzó sobre el demonio golpeándole en el pecho con el codo, y ambos cayeron rodando en el suelo a unos metros de Magnus. Will le dio un puñetazo en el morro para ganar tiempo, y girando en redondo se puso en cuclillas junto a él cortando la punta de su cola con el cuchillo. El demonio soltó un desgarrador alarido que resonó a lo largo de todo el viaducto mientras un líquido de color negro verdoso manaba de su cola, formando un círculo espeso al lado del trozo con el aguijón que le había sido rebanado. Will se puso en pie y retrocedió unos pasos esperando apoyar su espalda en la de Jem, como estaba acostumbrado a hacer cada vez que peleaban contra algún demonio, a modo de guardarse las espaldas. Pero evidentemente su parabatai no estaba allí aquella noche –de hecho desconocía totalmente en lo que Will y Magnus andaban metidos– y el nefilim notó una sensación muy extraña en aquel momento, sobre todo porque a su subconsciente le dio por pensar que aquella situación sería en la que se vería siempre después de que Jem faltase.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo y trató de concentrar su mente de nuevo en la batalla, cuando de repente notó que algo le golpeaba violentamente contra el pecho tirándole al suelo. El cuchillo se le escapó de la mano y al alzar la vista para averiguar qué había causado aquello, vio que el demonio estaba enfrente suyo con los ojos de reptil puestos en él y centelleando con furia. Había anudado el final de su cola para detener la hemorragia y le daba la apariencia de un gran puño deforme, probablemente con lo que le había golpeado. Para ser de menor tamaño que un hombre normal, aquel demonio tenía una gran fuerza; cargó de nuevo su cola contra el muchacho pero éste rodó hacia un lado esquivándola, lo que causó un buen boquete en las baldosas del suelo. Will aprovechó para recoger el cuchillo y se puso nuevamente en pie mirando a su rival con una media sonrisa, retándole a que le atacase. El demonio pareció no tener demasiados motivos en contra de ello, ya que se movió rápidamente hacia él con intención de morderle pero Will fue más ágil y se apartó antes de que le alcanzase, asestándole un corte con el cuchillo en uno de sus brazos. La sangre le salpicó en el antebrazo quemándole la piel y maldijo a la vez que escuchaba al otro mascullar varias palabras en una lengua que no reconocía, y supuso que serían insultos, como había hecho él. El demonio agitó con fuerza su cola en forma de puño para golpearle, y esta vez Will no pudo esquivarla.

El impacto le alcanzó de lleno en el estómago y le lanzó varios metros lejos de donde había estado hacía un momento, impactando contra uno de los muros de piedra. Cayó al suelo boca abajo y tosió varias veces para luego hacer una mueca de dolor. Estaba mareado, su vista era borrosa, y sintió un pinchazo agudo en la cabeza seguido de algo caliente que le resbalaba por un lado de la frente. Tanteó con la mano por el suelo para ver si encontraba su cuchillo pero no tuvo éxito, así que llegó a la conclusión de que debió perderlo durante el impacto. Entonces notó que alguien le daba la vuelta de una manera no muy cuidadosa, y cuando enfocó la visión se encontró con el demonio sonriéndole de una manera diabólica. Will intentó incorporarse, pero en ese momento un peso le oprimió la garganta dificultando su respiración. El demonio estaba ejerciendo una presión con su cola apretándole más y más el cuello, y por mucho que Will intentara librarse de ella, le resultaba imposible.