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Si bien al brujo le gustaba mirar con detalle a todo y todos los que tenían alrededor no iba ser menos que le gustara analizar al pequeño nefilim que tenía al lado, tan callado en estos momentos, pensativo seguramente por lo que haría cuando fuera libre de la maldición o que haría cuando el demonio le reconociera, si llegaba a hacerlo. Cuando se detuvieron a escasos centímetros Magnus se puso las manos en los bolsillos del abrigo, alzando la cabeza elegantemente, mirando las espaldas de este por un momento y pasando después la vista al joven Herondale.

Magnus estaba atento tanto a los movimientos de Will como los del demonio, cuando este se había dado la vuelta y pudo ver bien su rostro frunció el ceño, recordando todo el mal que le había hecho al nefilim cuando era simplemente un crío. La mirada de Will a este estaba cubierto por una densa tela que ocultaba realmente lo que pensaba y sentía en absoluto por él. Magnus, mirando al joven con lástima pensó que después de todo se podía permitir esconder lo que verdaderamente pensaba, ya que nunca paró de hacerlo después de cinco años.

Magnus volvió la vista al demonio, quién estaba empezando a malentender la situación y se estaba creyendo que estaban aquí para hacer asuntos con él.. y con su vida. Frunciendo el ceño el brujo miró a Will, quién estaba intachablemente en silencio mirando hacía el demonio, en ese momento vio una chispa de ira tras su mirada, pero fue tan breve que dudaba que el demonio lo hubiera captado.

- Y tan buena.- comenzó a hablar Magnus.- Sólo hay que mirarme.- señaló con ambas manos mostrándose y dio unos pasos hacía delante, bajando la vista al demonio de corto tamaño y dedicándole una pícara sonrisa.- Pero siento decirle que no estoy en venta y si lo estuviera dudo que usted pudiera recompensar tal premio.

Después de eso miró de reojo a Will y por último de nuevo al demonio esperando la reacción de este.