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Charlotte, North Carolina - hospital - noche
Decidí dar una vuelta por la zona del hospital que aún no había visitado; ahora que alguien había hecho que mis antiguos compañeros se asesinaran entre ellos por la inevitable desconfianza del ser humano en situaciones límite como esta, tenía todo el tiempo del mundo para investigar este lugar sin dar explicaciones a nadie. Había llegado hasta la farmacia del edificio y estaba rebuscando entre los fármacos por si encontraba algo que me fuese útil para más adelante. Iba a seguir curioseando por las estanterías pero me detuve al escuchar un ruido en la habitación contigua. Contuve la respiración por un momento agudizando el oido, y efectivamente, noté movimiento que indicaba que había alguna presencia allí. Levanté el arma preparándome para ver aparecer por la puerta a un zombie alertado por mi olor, pero perdí la paciencia al ver que transcurrían los minutos y no aparecía nada.

Suspiré resignado, por lo visto los zombies de este hospital eran unos cómodos y preferían que su comida se acercara a ellos en lugar de ser al contrario. Salí despacio de la farmacia y pegué mi espalda contra la pared para asomar la cabeza por el marco de la puerta de la otra habitación, con el arma a punto para disparar. Cuál fue mi sorpresa al no encontrar ningún zombie dentro, sino a una chica totalmente sana curioseando por la habitación. Seguramente sería una superviviente que acababa de llegar, o quizá llevaba aquí días, lo cierto era que este hospital era lo suficientemente grande como para no saber de la existencia de más personas si se encontraban en áreas distintas. Guardé el arma y coloqué ambas manos en la espalda mirándola con atención.

- Bonito lugar para hacer turismo, eh?