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Washington, DC; centro de refugiados; noche
No sabía cuántas horas habían pasado pero el caso es que por fin la furgoneta se había detenido, lo que suponía y significaba que habíamos llegado a nuestro destino. No nos habían dado muchos detalles de adónde nos dirigíamos, obviamente qué información iban a proporcionarles a un par de presidiarios, pero antes de subir al vehículo pude escuchar a unos guardias hablar de trasladarnos a un refugio en Washington. No entendía para qué querrían hacerlo, cuando en la prisión donde estábamos en primer lugar nadie se molestó en venirnos a buscar para sacarnos de allí.

Contuve un suspiro cuando uno de los agentes nos mandó a bajar y avancé en silencio con las demás personas hasta la entrada del edificio, donde al parecer había una especie de registro. No había que ser muy inteligente para saber que me llevarían a un lugar distinto al del resto, nada más verme esposado uno de los policías de la puerta le hizo un gesto al que me acompañaba a mí y a Bud para señalarle otra entrada. Sin embargo, a Bud se lo llevaron a la fila "general", por lo que mencionó mi amigo el policía, él no había cometido homicidio. Perfecto. Simplemente perfecto.

Me dirigí sin rechistar -aunque maldiciendo para mis adentros- hacia donde me conducían los guardias, y al entrar en la zona que ellos llamaban "las celdas de seguridad" y fijarme precisamente en una de ellas, me quedé de piedra por un momento. No podía dar crédito a lo que veía, detrás de esas rejas estaba el tipo al que le debía estar aquí y no en la fila con los no-criminales. El tipo al que le debía estar aquí en lugar de quién sabe si a salvo por haber estado en mi casa o en la oficina. Permanecí así, sin reaccionar aún, pese a que uno de los guardias quería meterme ya en otra de las celdas, pero yo no podía apartar la vista de aquel hombre. Richard Wadlow.

- Tú...